La salud mental condiciona nuestra forma de estar en el mundo, no es algo que podemos dar por supuesto.

La salud mental requiere cuidado, atención y recursos.

Muchas veces equivocamos la salud mental con voluntad. Parece que la persona escoge estar deprimida, ansiosa, tener una dependencia…

Ahora nuestro discurso es inclusivo, pero ¿tenemos tiempo para cuidarnos, cuidar? ¿para cultivar el encuentro con otras personas?, ¿dedicamos recursos económicos?

Cuando hablamos de salud mental hablamos de algo personal y social.

Que una persona se aísle, se encierre, se aparte o se ponga en medio nos interpela. Es fácil deshacerse de la interpelación con el calificativo “está loca” porque ahí lo social se reduce a lo individual, es su problema y yo quedo fuera.

En todos estos años trabajando con personas que tienen dificultades con las sustancias, por dependencia o abuso, he podido ver cómo la dependencia reducía sus derechos, no sólo por su dificultad para llevar a cabo las exigencias sociales sino por que queda excluido para acceder a una vivienda.

La persona que está afectada por la dependencia a distintas sustancias va disminuyendo su capacidad para organizar su vida.

Las nuevas orientaciones filosóficas hablan de acoger a la persona con su dependencia, pero no se asignan los recursos económicos y humanos suficientes para una atención adecuada.

Como profesional tengo claro que cuando la persona está bajo los efectos de las sustancias no es momento de negociar. Es necesario buscar otros espacios, otros momentos para el acompañamiento.

La convivencia se complica.

¿Y cuando la situación es crónica?

 por un tiempo estamos dispuestos a ayudar, pero cuando esa situación se enquista, cuando la dependencia se hace dueña del comportamiento…

Ahí está el reto:  seguir ideando métodos que posibiliten a cada persona disfrutar de sus derechos y asumir sus obligaciones a la medida de sus capacidades. Debemos continuar recordando a las autoridades pertinentes que asignen los recursos necesarios para que los derechos sean efectivos y no sólo teoría o declaración de intenciones.

Necesitar apoyo no reduce mi capacidad como ser humano sujeto de derechos.

 

Josefina Fernández Iglesias

Psicóloga en Bizitegi

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